El último viernes pude saber que en la Escuela Primaria 5 se realizó nuevamente la Feria del Libro.
A mi memoria vino entonces el recuerdo de tantos días y meses que mi mamá, Nora de Salvo, dedicó, junto a su incansable bibliotecaria Malena Fernández, a la concreción de la primera edición del evento.
Eran –recuerdo- días interminables, invitando autores como Pipo Pescador, Maryta Berenguer y tantos otros que pasaron por Pigüé. Expositores, talleristas, estudiantes y docentes podíamos compartir la magia de los libros, que nos envolvía en su dulce encanto.
Leer que se había reeditado este evento me produjo una mezcla de sensaciones. Alegría, por haberse retomado esta iniciativa, tan valiosa para la comunidad. Tristeza, por no haberme enterado antes, para poder participar.
Mi madre por opción entregó todo por “su” escuela. Lo escribo así porque siempre la sintió como propia, una parte de su ser. Muchas veces, dejó de lado cuestiones familiares por “su” escuela. Una vez le dije: “Vos dejás todo y nadie te va a recordar”. Nunca sentí un sabor tan amargo al comprobar que he tenido razón.
Frente a lo antes escrito, quiero ser yo quien hoy reconozca su gran vocación. No sólo de docente, sino de escritora.
Hoy te quiero decir, mamá, que fuiste la “loca” que llevó adelante la primera Feria del Libro y que, pese a lo que cuento en esta carTa, habrá alguien que en su mente o corazón lo recuerde o reconozca.
Mientras ese recuerdo exista, no importará que en “tu” escuela te hayan olvidado. Invisible, seguirás viviendo en sus paredes.

María Laura Lucien-DNI-20.926.538