La construcción de las represas Jorge Cepernic y Néstor Kirchner en la provincia de Santa Cruz, en la mira del gobierno de Cambiemos. Peligra la edificación de uno de los baluartes kirchneristas en materia de infraestructura

El proceso de entrega y saqueo de la Argentina fue en aumento durante los 12 años de gestión K, y esos negocios hechos a espaldas de la gente, no hacen más que mostrar la debilidad de un kirchnerismo vacío de contenido, que buscó evitar su incapacidad económica tomándose de la mano del gobierno chino para llevar a cabo las obras de infraestructura que el país tanto necesita para su crecimiento.

Tras una reunión que mantuvo el presidente Mauricio Macri con autoridades de la ONG Conservation Land Trust, que fundara el fallecido Douglas Tompkins, el mandatario nacional habría aseverado su oposición a que las represas Jorge Cepernic y Néstor Kirchner que iban a construirse sobre el Río Santa Cruz, no se lleven a cabo por el fuerte impacto ambiental que las mismas traerían.

La obra que había dispuesto el gobierno de Cristina Kirchner, fue criticada desde un comienzo, más que nada porque las mismas se harían con capital proveniente de China y de empresarios amigos del poder, caso del supuesto testaferro de la familia Kirchner, como lo es Lázaro Baéz, que se habrían quedado con más de 75.000 hectáreas sobre el Río Santa Cruz para cobrar las indemnizaciones que se darán por las represas.

Para muchos que la mayoría de los terrenos por donde van a pasar las represas hayan estado en manos de Báez, no es una simple coincidencia, sino que se debe a los manejos oscuros de un gobierno que hizo de la ilegalidad su método de vida, contando para ello el empresario santacruceño con información suministrada por lo más alto del poder político nacional, para así quedarse con una masa de dinero ultramillonaria.

A ello se le suma los contratos secretos con China, que lleva a que el gigante asiático efectúe grandes negocios en el país que dejan poca ganancia para la Argentina, perjudicando de sobremanera a la mano de obra nacional, representando un monumental negocio para el país oriental pero que va en perjuicio de la soberanía nacional.

De esta manera, uno de los emblemas del relato K, como lo eran las grandes obras de infraestructura en el interior del país, comienzan a tener serias dificultades en su construcción, dando por sentado la fantasía en la que se basó una ficción carente de ideas y que pensaba en grande, sin llevar a la realidad ninguno de sus mega proyectos, quedando la enorme mayoría de los mismos en la nada.

FUENTE: DIARIO HOY