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PANDEMIA DE LABORATORIO: Un investigador bahiense argumenta por qué el SARS-CoV-2 se creó en un laboratorio

Mayo 17, 2021

“Fue construido a partir de las recombinaciones del coronavirus del murciélago con el RBD del pangolín; y a esa quimera se le agregó un detonador”, dijo el físico-químico y matemático Ariel Fernández. China y los Estados Unidos, en el eje de la tormenta.                                                                                                              “Durante más de una década estuvieron probando distintas quimeras para estudiar la transmisibilidad al humano. Hasta que se les escapó de las manos”

Esta es la conclusión del investigador bahiense Ariel Fernández, para ratificar, con palabras del vecino de a pie y más allá de los argumentos científicos, una de las presunciones más debatidas acerca del origen del Covid-19 que, desde hace más de un año, se convirtió en la pandemia que sacude al mundo entero.

El Dr. Fernández, en diálogo con La Nueva. desde los Estados Unidos, dijo que el análisis del genoma sugiere que el SARS‐CoV‐2 (Severe acute respiratory syndrome‐coronavirus) es una quimera; es decir, la combinación de dos virus.

“Buena parte del genoma se asemeja mucho al virus CoV RaTG13 del murciélago. Sin embargo, el receptor binding domain (RBD) es casi idéntico al del CoV del pangolín y ese RBD está, a su vez, optimizado para unirse al receptor de la célula humana”, sostuvo.

El pangolín es un mamífero placentario, en riesgo de extinción, que ingresa en forma ilegal a China.-  “Este caso particular sugiere la intervención humana, pues esa precisa inserción le confiere al virus la habilidad de cruzar las especies, lo cual nunca ha sido visto en ninguno de los otros virus de la familia SARS”, agregó.

“Esta recombinación no pudo surgir naturalmente, pues para ello un murciélago infectado tendría que infectar a un pangolín, a su vez, también afectado con su propio CoV, y en la misma célula tendría que ocurrir la recombinación. Ello no es factible, pues la población de pangolines es bajísima y la de infectados, menor aún y, además, ambas especies tienen distintos nichos ecológicos. Asimismo, el CoV del murciélago no reconoce al receptor en la célula del pangolín, por lo tanto no la penetra”, relató el Dr. Fernández.

“Es decir, mediante manipulación genética el pangolín se usó como huésped intermedio para que el CoV derivado del murciélago, que originalmente era incapaz de saltar al humano, pudiera ahora infectarlo”, explicó.

“Hay que agregar, además, que el procedimiento de mutagénesis dirigida que se aplicó sobre la quimera para saltar al humano no deja rastros”, relató el Dr. Fernández.

También dijo que la manipulación genética del virus del murciélago, a los fines de la creación del SARS-CoV-2, no terminó allí.
“Para saltar del pangolín al humano fue necesario, además, crear en la espira del virus un sitio de clivaje (NdR: corte), como lo tiene el virus MERS, pero no el CoV_RATG13 del murciélago”, describió.

   “Ese clivaje lo realiza una enzima, específicamente una proteasa, del humano llamada furina (NdR: furin en inglés), que se expresa en los tejidos de varios órganos y reconoce el sitio de clivaje que, como comenté antes, es específico del virus MERS”, admitió.

   “Asimismo, ese sitio de clivaje, el ‘detonador’ del coronavirus, una vez que ingresó al humano fue ‘cosido’ al genoma del virus del murciélago de una manera que es completamente artificial. La naturaleza no cose así”, señaló Fernández.

“Así entonces, el SARS-CoV-2 puede afectar diversos órganos, especialmente a todos aquellos donde se exprese la furina”, sostuvo.

Estos argumentos del investigador —egresado en la UNS y doctorado por la Yale University— serán enviados con sus precisiones técnicas a publicación a una revista científica.

   —Dr. Fernández, ¿cuál sería la intención de trabajar en función de una eventual arma biológica?

   —No creo que hayan buscado específicamente crear un arma, sino estudiar si el CoV del murciélago puede transmitirse a humanos y, luego, se llega a la exploración de esa alternativa con potencial bélico. Pero el plan se les fue de las manos y el virus se escapó del laboratorio. Además, al ‘armar’ al virus transmisible, dotándolo del detonador, realmente se pusieron a jugar con fuego.

 

   “Ya había advertencias, realizadas en la embajada de los Estados Unidos, de que las condiciones para desechar material de laboratorio en el Instituto de Virología de Wuhan (WIV) eran malas o, por lo menos, deficientes. 

“La prueba de que el virus se hizo en un laboratorio está en los detalles, como explico en el artículo profesional. Cuando empezó la pandemia, el WIV borró de internet su base de datos y los Estados Unidos le retiró, en forma abrupta, la ayuda financiera que habían acordado a través del programa EcoHealth del NIH (NdR: Institutos Nacionales de Salud) desde el año 2015.

   “Los Estados Unidos dejó de hacer quimeras con virus cuando salió una legislación que lo prohibía, en la época del presidente Barack Obama. Y entonces resolvieron hacer outsource (NdR: subcontrataciones) a China a través de subsidios de NIH para el Instituto de Virología de Wuhan.

   “El documento lo proveyó Christina Lin. Este paper, del año 2015, muestra que Carolina del Norte y Wuhan ya estaban colaborando para hacer que el CoV del murciélago fuera transmisible a humanos mucho antes de que comience la pandemia”. 

   —¿Hay antecedentes en este sentido?

   —Los chinos tienen una larga historia de virus que se les escapan de los laboratorios, pero nadie está exento de culpas en ese sentido. Hay antecedentes en otros países de torpezas en el desecho de materiales.

“La pandemia de gripe A (H1N1) de 2009 fue, casi con seguridad, responsabilidad de China. Desechan material de laboratorio por desagües e inodoros y por la basura convencional. Pero repito: esas torpezas no sólo se ven en China”.

  —¿Puede tomarse al año 2015, entonces, como el origen de la teoría sobre una conspiración de la manipulación genética?

   —La teoría ganó impulso con los documentos, recientemente publicados, de científicos militares chinos. Son de ese año y destacan la tentadora oportunidad de guerra biológica consagrada en el armamentismo de coronavirus.

   “El documento interno enfatiza el interés en las implicaciones bélicas de tales modificaciones de ganancia de función de los coronavirus.

    “La manipulación genética del SARS-CoV-2 puede haberse llevado a cabo y puede que, ni siquiera, deje un rastro. Por lo tanto, se necesita con urgencia una investigación exhaustiva de los registros de investigación en WIV, a pesar de la citada reciente eliminación de su base de datos de internet”.

 —¿Cuál es el grado de participación de los Estados Unidos en esta eventual manipulación genética?

   —Muy elevada. Para las manipulaciones de ganancia de función de los coronavirus, el asesor de Covid-19 del presidente Donald Trump, Anthony Fauci, aprobó una subvención de 3,7 millones de dólares financiada por los Institutos Nacionales de Salud en el año 2015.

   “La subcontratación al WIV financiada por los NIH se produjo después de que la administración de Obama impusiera una prohibición a la investigación de 'gérmenes monstruosos' en los Estados Unidos, declarando una moratoria en la investigación de ganancia de función para convertir en armas los virus relacionados con la influenza; el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS) y el SARS”.

Sólo para entendidos

   De acuerdo con la investigación del Dr. Ariel Fernández, el sitio de clivaje de la furina en el SARS‐CoV‐2 fue creado insertando el siguiente casette de 12‐nucleótidos: TCCTCGGCGGGC, que codifica para la secuencia de aminoácidos en el sitio de unión de las dos subunidades de la espira S1/S2.

   “Por lo tanto, las dos argininas (RR) son codificadas por los dos codones CGGCGG, lo cual es rarísimo para estos virus. Nunca ocurre que se utilice ese codón CGG consecutivamente en todo el genoma de esos virus, lo que indica claramente el origen antinatural de esta modificación”, explicó.

   “En realidad, aquí está otro detalle que da la pista del crimen”, sugirió.

Así se armó el virus del murciélago transformándolo en el SARS-CoV-2, según el Dr. Fernández. También dijo que las manipulaciones recombinantes de ganancia de función de los coronavirus se han llevado a cabo durante más de una década.

  “Ya en el año 2007, el grupo encabezado por Zheng-li Shi, del Instituto de Virología de Wuhan, creó una serie de proteínas quiméricas de CoV ‘hombre-murciélago’, con el objetivo de determinar al elemento responsable que permite a los CoV saltar de una especie a otra”, describió.

   “El objetivo específico era convertir los CoV de murciélagos en moléculas de unión al receptor humano huACE2; es decir, identificar el promotor de la infección en humanos”, agregó el Dr. Fernández.

“La fuga de un virus no sería nada sorprendente”

   Para el periodista británico Nicholas Wade, especializado en temas científicos y acaso uno de los más importantes del mundo, redactor de las revistas Nature y Science y corresponsal científico del New York Times, “los defensores de la fuga de laboratorio pueden explicar todos los datos disponibles sobre el SARS 2 mucho más fácilmente que aquellos que favorecen la emergencia natural”.

   Así lo reflejó en la revista Bulletin of Atomic Scientists, una publicación de prestigio en temas de seguridad mundial y políticas públicas.

Otras conclusiones a las cuales arribó, tras semanas de investigación sobre el tema y consultas con científicos expertos, son las siguientes:

   —“No hay evidencia de que el virus realice múltiples saltos independientes desde su huésped intermedio a las personas, como lo hicieron SARS1 y MERS”.

—“Tampoco hay evidencia de los registros de vigilancia hospitalaria de que la epidemia estuviera cobrando fuerza en la población a medida que evolucionaba el virus”.

   —“Está documentado que los investigadores del Instituto de Virología de Wuhan estaban realizando experimentos, llamados de ganancia de función, diseñados para hacer que los coronavirus infecten células humanas y ratones humanizados”.

   —“Este es, exactamente, el tipo de experimento del que podría haber surgido un virus similar al SARS2. Los investigadores no estaban vacunados contra los virus en estudio y trabajaban en condiciones mínimas de seguridad de un laboratorio. Así, la fuga de un virus no sería nada sorprendente”.

—“En toda China, la pandemia estalló en la puerta del WIV. El virus ya estaba bien adaptado a los humanos, como se esperaba de un virus cultivado en ratones humanizados. Ya poseía una mejora inusual”.

   —“Las declaraciones del equipo de Kristian Andersen (ver En la vereda de…) fueron políticas y no científicas; y asombrosamente efectivas para desestimar la teoría de las fugas de laboratorio. Nadie, en la comunidad científica, las verificó debido a la que yo llamo “omertà”, la ley del silencio, que existe entre los virólogos, vinculada al temor de perder financiación para sus investigaciones. Cualquiera que desafíe la opinión declarada de la comunidad corre el riesgo de que su próxima solicitud de subvención sea cercenada”.

En la vereda de enfrente

   “A partir de decodificar el material genético del nuevo coronavirus, pudimos determinar que no se trata de una creación de laboratorio, sino que es producto de la evolución natural”.                                          Tal afirmación la hizo —a BBC Mundo, en mayo del año pasado— el Dr. Robert E. Garry, profesor de la Universidad de Tulane, en los Estados Unidos y miembro de un equipo de investigación, creado a tal efecto por el infectólogo de California, Kristian Andersen.

“Pudimos establecer que, a partir de las características genéticas del SARS-CoV-2, es imposible que alguien pudiera haberlo creado en un laboratorio”, dijo Garry.

   “Si se tratara de una construcción de laboratorio, se tendría que haber utilizado un virus previamente conocido como plantilla. El virus más cercano al SARS-CoV-2 es uno de murciélago que fue secuenciado después de que comenzó la pandemia”, agregó.

   Consultado por La Nueva., el Dr. Fernández dijo que eso es “totalmente falso”.      

“Zheng-li Shi, la directora del proyecto de ganancia de función del virus del murciélago, señaló cándidamente, en una entrevista durante la pandemia, que el virus del murciélago, que es casi idéntico al que generó el Covid-19, fue secuenciado en 2017-2018”, explicó Fernández.

Garry también dijo que ese virus de murciélago es sólo un 96 % similar al SARS-CoV-2 y que no es posible completar esa distancia genética (NdR: 4 %) en un laboratorio.

El trabajo se publicó en la revista Nature Medicine en el año 2020, pero no se ha ratificado desde entonces.

   “Comparamos todos los virus que podían servir como plantilla, incluidos estos que fueron hallados en el pangolín y en los murciélagos, y los cálculos de la computadora señalan que no se hubiera podido crear en un laboratorio un virus que tuviera esta capacidad de infección”, describió.

.“Es decir, la naturaleza encontró una mejor manera que cualquiera que un humano hubiera podido diseñar”, concluyó Garry.

( lanueva.com - Gino Mondino -  Guillermo D. Rueda )

 Foto: Dr. Ariel Fernández, físico, químico y matemático bahiense.
 
 
 
 
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