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Emoción y alegría de los deportistas argentinos en el desfile de la inauguración de los Juegos olímpicos Rio de Janeiro 2016

Agosto 06, 2016

El estadio Maracaná había soltado la primera gran exclamación  anoche con la salida para desfilar de la delegación alemana. Cuando de pronto, a las 20.58, apareció bien alta la bandera argentina. Detrás de Luis Scola , el resto de ladelegación había parado de saltar y cantar. La euforia de un momento inolvidable le daba pasa al disfrute, a incorporar esas sensaciones que nunca se irán. Luifa se afirmó bien, como cuando se faja debajo de los tableros, y dio el paso al frente.

No hubo necesidad de presentaciones: al ver los colores, los aplausos se mezclaron rápidamente con gritos de algarabía y también de reprobación de muchos aficionados brasileños, casi como una escena virtual de la final del Mundial 2014 que no fue. Pero, ¿qué le iba a hacer ese sonido ensordecedor al abanderado del pueblo, al gran capitán de la Generación Dorada, que en Atenas le volcaba la pelota al Dream Team? Y detrás los demás: las leonas saltando, los seleccionados de handball, con Matías Schulz sacando pecho como cuando abre sus brazos y pone cuerpo y alma a cara descubierta ante los gigantes que se elevan a pocos metros.

Elegantes de azul y blanco, festejando un momento inolvidable, atravesaron el estadio como cada delegación, mientras en las plateas el presidente de la Nación, Mauricio Macri, y su esposa, Juliana Awada, se ponían de pie para aplaudir a los atletas. Al final del camino, el grupo viró hacia la derecha. Y mientras Scola dejaba la bandera en un sector, el grupo de más de un centenar de integrantes empezó un recorrido anárquico, rompiendo filas, separándose en grupos, filmándose, sacándose selfies, acercándose a las plateas para buscar a familiares y amigos.

Los voluntarios tuvieron bastante trabajo hasta llevarlos casi hasta el sector por donde habían ingresado. Y ahí la siguieron, como si estuviesen en una gran celebración. Que en rigor lo fue. Una fiesta que había comenzado en la Villa misma, con un álbum de fotos variado y único, que pueden reunir en un instante a Ginóbili, Federico Grabich, Nicolás Laprovíttola, Luciano De Cecco y Delfina Merino, entre otros.                                                Momentos inolvidables:                                                                                                                                El de Scola, que no ocultaba su felicidad por la distinción de ser abanderado en sus últimos Juegos Olímpicos, reflejada en ese tuit previo con el "Allá vamos", con el resto de los atletas detrás. La misma experiencia que ya había protagonizado Manu Ginóbili en Pekín 2008 y que llevará para siempre en el corazón, como los cuatro anillos de la NBA. O el de Juan Imhoff, al que todos acompañaron en esa palomita del try frente a Irlanda en el Mundial de rugby 2015, y que se sintió conmovido simplemente por estar rodeado de cracks de diferentes deportes. El de Santiago Lange, el doble medallista en la Clase Tornado y que a los 54 años, después de hacerle frente a un cáncer de pulmón, se dio el gusto de su vida: desfilar y ver encender el pebetero junto con sus hijos Yago y Klaus, en su sexta participación olímpica. "Y sí, me emocioné y puchereé un poco. Fue demasiado lindo todo". O el de Facundo Conte, el hijo de la leyenda del voleibol, Hugo, que un día antes lo había visitado en la Villa Olímpica y ayer daba vueltas por los alrededores del estadio para no perderse un ritual que disfrutó tantas veces. "Un lujito más que nos damos en esta familia", escribió el heredero.

¿Más recuerdos que jamás se perderán? El de la pareja de novios que conforman Pablo Simonet, el más chico de los hermanos de handball, y Pilar Campoy, uno de los rostros más frescos de las Leonas. El hockey está marcado por casos especiales: en Londres 2012 Pablo Lombi, el demoledor ejecuante de córners cortos, le propuso casamiento a su actual esposa, la Leona Carla Rebechi, que escuchó las palabras que más deseaba justo cuando se encendía el pebetero olímpico. Emociones y romanticismo puro. No tuvo la misma suerte otra pareja, la de la Leona Florencia Habif con Gonzalo Peillat, ya que los Leones decidieron descansar en la Villa Olímpica debido al debut de hoy a las 10 ante Holanda. Los tenistas no se perdieron la ceremonia, pero se fueron mucho antes del final: Mónaco, Pella y los dobles salen a escena hoy mismo.

Acompañando a la distancia, los atletas Germán Chiaraviglio y Jennifer Dahlgren se entusiasmaron como si estuviesen en Río, dejando en claro que saben muy bien lo que representa el sentimiento olímpico. Disfrutando de lo que veían por TV, pero también de lo que contemplaban por redes sociales. Como el video que subió Pico Mónaco (siguió a los abrazos con Juan Martín del Potro, como en la victoria sobre Italia por la Davis), justo antes de ingresar en el estadio, y en el que se ve a los atletas argentinos cantar y bailar al ritmo de "estamos todos de la cabeza, se mueve para aquí, se mueve para allá, esta es la banda más loca que hay". Una locura que va de la cabeza al corazón. Mostrando qué se siente.

 

 

 

Fuente: La Nacion

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